Los asesinos seriales deben matar continuamente porque son adictos a la sensación que tienen durante ese proceso. Están racionalizando cada aspecto de su comportamiento para no ver ninguna buena razón para dejar de hacer lo que están haciendo. Ahí es cuando el dolor de cabeza para los investigadores entra en juego: cómo obtener siquiera una mínima idea de quién podría ser el asesino.
Aquello que resuelve este tipo de problema es la perfilación criminal, o también conocida como perfilación psicológica. Si nos ponemos a pensar, los orígenes de la perfilación criminal se pueden remontar hasta la Edad Media, donde los inquisidores estaban tratando de hacer un perfil de los herejes. En el siglo XIX, Hans Gross, Alphonse Bertillon, Jakob Fries y Cesare Lombroso descubrieron el potencial en la creación de perfiles, pero sus investigaciones en general se consideraban prejuiciosas.
Al psiquiatra de nombre Dr. James A. Brussel se le acredita como el autor del primer perfil sistemático dentro de una investigación criminal, mientras perseguía a una persona, mejor conocida como “El Bombardero Loco”, responsable de una serie de bombardeos indiscriminados que abarcaron 16 años en Nueva York.
El bombardero plantó al menos 33 bombas, de las cuales 22 explotaron e hirieron a 15 personas en teatros, terminales de autobuses, bibliotecas y oficinas. Se plantaron bombas en cabinas telefónicas, y en casilleros y baños en edificios públicos, incluidos la Terminal Grand Central, la Estación de Pennsylvania, el Radio City Music Hall, la Biblioteca Pública de Nueva York, la Terminal de Autobuses de la Autoridad Portuaria, y el Edificio de RCA, así como en el Metro de Nueva York.
A pesar del hecho de que nadie había sido asesinado, había una gran sensación de temor de que sólo era cuestión de tiempo para que alguien muriese. Después de que expertos en huellas dactilares, expertos en caligrafía, la unidad de investigación de bombas y otros grupos del Departamento de Policía de Nueva York lograran pocos avances, la presión pública y política sobre la policía forzó al Dr. James A. Brussel a generar un perfil del terrorista, el cual tuvo que ayudar a enfocar la investigación. En su oficina, Brussel examinó las fotos de la escena del crimen y las cartas que el mismo terrorista había enviado a las estaciones de policía, los periódicos, a la compañía llamada “Consolidated Edison”, e incluso a ciudadanos privados.
Brussel notó una gran ira en contra de “Con Edison” y llegó a la conclusión de que el terrorista creía que había sido perjudicado por ellos y por otros, lo que era, según Brussel, una clara señal de paranoia, una condición mental a la que Brussel describió como “un trastorno crónico de desarrollo insidioso, caracterizado por delirios persistentes, inalterables, sistematizados y lógicamente construidos”.
Después de esbozar algunas teorías más basadas en la evidencia y en su propia experiencia, el Dr. Brussel terminó el perfil del terrorista. A pesar de que la policía tuvo que mantener la investigación de manera discreta, James A. Brussel los convenció de publicitar el perfil, que él predijo sería un buen cebo para que el atacante respondiese a cualquier suposición errónea.