Gran parte del conocimiento del público en general sobre el asesinato serial es un derivado de las producciones de Hollywood. Las historias se crean para aumentar el interés del público, en lugar de representar con precisión el asesinato serial. Al centrarse en las atrocidades infligidas a las víctimas por parte de delincuentes “trastornados”, el público es cautivado por los delincuentes y sus crímenes. Esto sólo presta más confusión a la verdadera dinámica del asesinato serial.
Los profesionales de la aplicación de la ley están sujetos a la misma desinformación de una fuente diferente: el uso de información anecdótica. Los profesionales involucrados en casos de asesinatos seriales, como investigadores, fiscales y patólogos, pueden tener una exposición limitada al asesinato serial. Su experiencia puede basarse en una sola serie de asesinatos, y los factores en ese caso se extrapolan a otros asesinatos seriales. Como resultado, ciertos estereotipos y conceptos erróneos toman raíz con respecto a la naturaleza del asesinato serial y las características de los asesinos en serie.
Una tendencia creciente que combina las falacias que rodean el asesinato serial es el fenómeno de las “cabezas parlantes”. Dada la credibilidad de los medios de comunicación, estas autoproclamadas autoridades profesan tener experiencia en asesinatos seriales. Aparecen frecuentemente en la televisión y en la prensa escrita y especulan sobre el motivo de los asesinatos y las características del posible delincuente, sin estar al tanto de los hechos de la investigación. Desafortunadamente, comentarios inapropiados pueden perpetuar percepciones erróneas con respecto al asesinato serial y afectar los esfuerzos de investigación de la policía.
La relativa rareza del asesinato serial combinada con información inexacta, anecdótica y retratos ficticios de asesinos en serie ha dado como resultado los siguientes mitos e ideas erróneas sobre el asesinato serial:
Mito 1: Los asesinos en serie son todos solitarios disfuncionales.
La mayoría de los asesinos en serie no son reclusos, inadaptados sociales que viven solos. No son monstruos y pueden no parecer extraños. Muchos asesinos en serie se ocultan a simple vista dentro de sus comunidades. Los asesinos en serie a menudo tienen familias y hogares, tienen un empleo remunerado y parecen ser miembros normales de la comunidad. Debido a que muchos asesinos en serie pueden mezclarse sin esfuerzo, a menudo son pasados por alto por la policía y el público.
• Robert Yates mató a diecisiete prostitutas en el área de Spokane, Washington, durante los años noventa. Se casó y tuvo cinco hijos, vivió en un vecindario de clase media y fue un piloto de helicóptero de la Guardia Nacional del Ejército de los Estados Unidos. Durante el período de los asesinatos, Yates rutinariamente frecuentaba a prostitutas, y varias de sus víctimas se conocían. Yates enterró a una de sus víctimas en su patio, debajo de la ventana de su dormitorio. Yates finalmente fue arrestado y se declaró culpable de trece de los asesinatos.
• El Asesino de Green River, Gary Ridgway, confesó haber matado a 48 mujeres durante un período de veinte años en el área de Seattle, Washington. Había estado casado tres veces y todavía estaba casado en el momento de su arresto. Trabajó como pintor de camiones durante treinta y dos años. Asistió regularmente a la iglesia, leyó la Biblia en casa y en el trabajo, y habló sobre la religión con sus compañeros de trabajo. Ridgeway también frecuentemente recogía prostitutas y tenía relaciones sexuales con ellas a lo largo del período de tiempo en el que estaba matando.
