Earle Leonard Nelson fue un hombre con muchos apodos. Varias veces fue llamado “El Estrangulador Oscuro”, “El Asesino Fantasma”, “El Hombre Bestia”, “Jack el Estrangulador”, y más a menudo “El Asesino Gorila”, aunque de joven, su tío Willis se refería a él como “El Hombre Salvaje de Borneo”, en una reacción crítica a sus hábitos alimenticios.
Incluso de bebé, Earle Nelson tenía la capacidad de incomodar a quienes lo encontraban. Según un escritor de crímenes, la fotografía más antigua del pequeño Earle mostraba “un degenerado bebé boquiabierto con una expresión vacía”. La foto fue tomada poco después de que Earle quedara huérfano, ya que sus padres murieron de sífilis. Con menos de un año, el nacido el 12 de Mayo de 1897 en Filadelfia, fue llevado a la casa de su abuela materna, una viuda fanática de la Biblia que le inculcó una fascinación de por vida por las Sagradas Escrituras.
A pesar de los esfuerzos de su abuela por proporcionarle una vida hogareña estable, el comportamiento de Earle se volvió cada vez más errático a medida que maduraba. En la mesa, parecía poco socializado, devorando su comida con la ferocidad de una bestia enjaulada. Rutinariamente se las arreglaba para perder su ropa cada vez que salía de la casa, y volvía a ella como si hubiese intercambiado prendas con algún indigente. Cuando no estaba sumido en profundas depresiones autocompasivas, se sentía invadido por rabietas incontrolables. A la edad de siete años, ya había sido expulsado de la escuela primaria y ya se había ganado la reputación de ser un ladrón de poca monta y ladrón de tiendas.
En 1907, poco después de su décimo cumpleaños, Earle sufrió una grave lesión en la cabeza cuando montaba en bicicleta frente a un tranvía que se aproximaba y fue lanzado volando hacia los adoquines. Permaneció en coma durante casi una semana con un agujero en la sien antes de recuperar la conciencia. Es posible que el daño cerebral que sufriera en este accidente contribuyera a su futura psicopatología. O tal vez, dada la herencia familiar de inestabilidad y los extraños síntomas de comportamiento que había manifestado desde la infancia, su vida habría resultado igual incluso si no hubiese sido golpeado por el tranvía. Después de este accidente, sus constantes cambios de humor aumentaron, experimentando intensos dolores de cabeza y pérdidas momentáneas de memoria.
Además de su comportamiento criminal, Nelson a menudo actuaba de manera extraña. Esto era notorio en su infancia, y de nuevo en sus últimos años. Este comportamiento era interesante. Nelson frecuentemente se encerraba en su habitación y murmuraba silenciosamente para sí mismo, sin parar durante largos períodos, como si entonara algún tipo de cántico mágico. También se incluían pasajes de la Biblia en sus letanías, así como obscenidades inusualmente vulgares.
En cualquier caso, su educación formal terminó cuando tenía catorce años. Al abandonar la escuela, tomó una serie de trabajos de baja categoría, cuyos escasos ingresos (la mayoría de los cuales gastaba en los burdeles de la Costa de Barbary) los complementaba con robo. Para entonces ya residía con su tía Lillian, su abuela había fallecido unos años antes. A pesar del comportamiento cada vez más errático de Earle -su tendencia como de síndrome de Tourette a proferir obscenidades en la mesa, su obsesión con el Libro del Apocalipsis, cometer actos de voyeurismo contra su prima, o su extraña costumbre de caminar sobre sus manos cada vez que un invitado pasaba a tomar un café-, Lillian permanecía incondicionalmente apoyando a su extraño sobrino. Cuando fue arrestado por allanamiento de morada en 1915, ella hizo una emotiva súplica a nombre de Earle en su juicio. Su súplica fue ignorada, sin embargo, y Earle fue sentenciado a dos años en la prisión de San Quintín.
