David Berkowitz (nacido el 1 de junio de 1953) es un asesino serial estadounidense, conocido como “El Hijo de Sam” o “El Asesino del Calibre .44”. Cometía sus crímenes disparando a sus víctimas con un revólver Charter Arms Bulldog, causándoles la muerte a seis de ellas.
En 1976, a David Berkowitz se le conoció como “El Hijo de Sam”. En 1987 su vida cambió para siempre y desde entonces sus amigos lo conocen como “El Hijo de la Esperanza”.
MI TESTIMONIO
por David Berkowitz
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Mi nombre es David Berkowitz, y soy un recluso que ha estado encarcelado por más de treinta y nueve años. He sido condenado a prisión por el resto de mi vida. Mi caso criminal es bien conocido y fue llamado “los asesinatos de ‘el Hijo de Sam'”.
Hace veintinueve años, cuando vivía en una celda fría y solitaria, Dios se apoderó de mi vida. Aquí está mi historia de esperanza…
HIJO DEL TORMENTO
Desde que era un niño pequeño, mi vida parecía estar llena de tormento. A menudo tenía convulsiones en las que rodaba por el suelo. A veces, los muebles se caían. Cuando llegaban estos ataques, sentía como si algo entrara dentro de mí.
Mi madre, que hace mucho tiempo falleció, no tenía control sobre mí. Era como un animal salvaje y destructivo. Mi padre tenía que sujetarme en el suelo hasta que estos ataques se detuvieran.
Cuando estaba en la escuela pública, era tan violento y problemático que un profesor, que se había enfadado tanto conmigo, me hizo una llave al cuello y me expulsó de su salón de clases.
Me metía en muchas peleas también. A veces comenzaba a gritar sin razón alguna. Los directivos de la escuela le ordenaron a mis padres llevarme a un psicólogo infantil o de lo contrario sería expulsado. Tuve que ir a este psicólogo una vez por semana durante dos años. Sin embargo, las sesiones de terapia no afectaron mi comportamiento.
Durante este período de mi vida, también estuve plagado de episodios de depresión severa. Cuando este sentimiento se apoderaba de mí, me escondía debajo de mi cama durante horas. También me encerraba en un armario y me sentaba en la total oscuridad desde la mañana hasta la tarde. Tenía un deseo por la oscuridad y sentía el impulso de huir de la gente.
UNA FUERZA ESTABA TRABAJANDO
De vez en cuando esta misma fuerza malvada venía sobre mí a la mitad de la noche. Cuando sucedía ésto, sentía la necesidad de salir furtivamente de casa y deambular por las calles oscuras. Vagaba por el barrio como un gato callejero y regresaba a casa subiendo la escalera de incendios. Mis padres nunca sabían que me había ido.
Continuamente preocupaba y asustaba a mis padres porque me comportaba de manera extraña. A veces me pasaba todo el día sin hablar con ellos. Me quedaba en mi habitación hablando conmigo mismo. Mis padres no podían alcanzarme, ni siquiera con todo su amor. Muchas veces los vi romper en llanto porque veían que era una persona tan atormentada.
LUCHANDO CONTRA PENSAMIENTOS DE SUICIDIO
A menudo me venían a la mente pensamientos de suicidio. A veces pasaba el tiempo sentado en el borde de la ventana con las piernas colgando por un costado. Vivíamos en el sexto piso de un antiguo edificio de apartamentos. Cuando mi papá me veía haciendo ésto, me gritaba para que volviera a entrar.
