También sentía fuertes impulsos por pararme delante de los automóviles en movimiento o lanzarme frente a los vagones del metro. A veces esos impulsos eran tan fuertes que mi cuerpo temblaba. Recuerdo que fue una tremenda lucha para mí el aferrarme a mi cordura.
No tenía ni idea de qué hacer ni tampoco mis padres. Me hicieron hablar con un rabino, maestros y consejeros escolares, pero nada funcionaba.
MI MADRE ESTABA MUERTA
Cuando tenía catorce años mi madre fue aquejada por el cáncer y dentro de varios meses estaba muerta. No tenía otros hermanos o hermanas, así que sólo éramos mi papá y yo. Él tenía que trabajar diez horas por día, seis días a la semana. Entonces pasábamos muy poco tiempo juntos.
En su mayor parte, mi madre fue mi fuente de estabilidad. Ahora que ella se había ido, mi vida se fue cuesta abajo rápidamente. Estaba lleno de ira por la pérdida de mi madre. Me sentía sin esperanza y mis períodos de depresión fueron más intensos que nunca. También me volví aún más rebelde y comencé a dejar la escuela.
Sin embargo, mi padre trató de ayudar lo mejor que pudo. Logró meterme a la secundaria. El día después de graduarme entré en el Ejército. Acababa de cumplir 18 años varias semanas antes. Me uní al Ejército, en cierto sentido, para comenzar una nueva vida y escapar de mis problemas. Pero incluso en el servicio tuve problemas para hacerles frente, aunque logré terminar mi alistamiento de 3 años.
LA FUERZA AÚN ME TENÍA
Salí del servicio en 1974 para comenzar la vida nuevamente como civil. Todos mis amigos que conocía antes se habían casado o se habían mudado. Entonces me encontré solo y viviendo en la ciudad de Nueva York.
En 1975, sin embargo, conocí a unos tipos en una fiesta quienes estaban, después descubrí, fuertemente involucrados en el ocultismo. Siempre me había fascinado la brujería, el satanismo y las cosas ocultas desde que era niño. Mientras crecía veía innumerables películas de horror y satánicas, una de las cuales era “El bebé de Rosemary”. Esa película en particular cautivó totalmente mi mente.
Ahora tenía 22 años y esta fuerza malvada todavía se acercaba. Dondequiera que iba parecía haber un signo o un símbolo que me señalaba a Satanás. Sentía como si algo intentara tomar el control de mi vida. Comencé a leer la Biblia Satánica del difunto Anton LaVey que fundó la Iglesia de Satanás en San Francisco en 1966. Comencé, inocentemente, a practicar varios rituales ocultos y conjuros.
Estoy completamente convencido de que algo satánico había entrado en mi mente y que, al recordar todo lo sucedido, me doy cuenta de que poco a poco fui engañado. No sabía que cosas malas iban a resultar de todo ésto. Sin embargo, a lo largo de los meses, las cosas malas ya no parecían ser tales. Me dirigía hacia el camino de la destrucción y no lo sabía. Tal vez estaba en un punto en el que simplemente ya no me importaba.
EL HORROR COMIENZA
Eventualmente crucé esa línea invisible de no retorno. Después de años de tormentos mentales, problemas de comportamiento, profundas luchas internas y mis propias maneras rebeldes, me convertí en el criminal que, en ese momento, parecía como si fuese mi destino convertirse.