Según el FBI, hay entre 25 y 50 asesinos seriales activos en cualquier momento y esto es sólo en los Estados Unidos. A nivel mundial, parece que hay una corriente casi inagotable de asesinos seriales. Tan pronto como uno está tras las rejas, otros dos toman su lugar. Aun así, por lo menos es bueno saber que estos cuatro que presento a continuación, ya están fuera de circulación.
1.- Takahiro Shiraishi, “El Asesino de Twitter”
En octubre del 2017, la policía japonesa llamó a la puerta de Takahiro Shiraishi, de 27 años, para preguntar por la desaparición de una joven mujer. Para su asombro, Shiraishi les dijo que ella estaba dentro mientras señalaba un enfriador. La policía encontró su cuerpo desmembrado y, después de registrar el departamento, también se descubrieron los restos mutilados de otras ocho personas en múltiples hieleras de plástico cubiertas con arena para gato.
Más tarde, Shiraishi confesó que comenzó a matar tan pronto como se mudó a su departamento en Zama, en la prefectura de Kanagawa, a finales de agosto. Según él, todas sus víctimas eran suicidas y querían morir.
Primero les contactó en Twitter y luego les ofreció matarlas en su departamento. Shiraishi les daba alcohol o pastillas para dormir y luego les estrangulaba. La policía encontró una sierra ensangrentada y herramientas utilizadas para desmembrar a las víctimas, pero todavía no está claro si las víctimas realmente querían morir.
Las autoridades comenzaron a sospechar de Shiraishi después de verlo en una cámara de seguridad caminando con su última víctima. El hermano de la persona desaparecida se comunicó por Twitter con una mujer que dijo haber conocido a Shiraishi y luego se ofreció para ayudar a la policía a contactarse con él. Así es como los investigadores encontraron el departamento donde hicieron el espantoso descubrimiento. Shiraishi aún no ha sido sentenciado.
2.- Elizabeth Wettlaufer, “La Enfermera Asesina”
En el verano del 2017, la enfermera canadiense Elizabeth Wettlaufer finalmente fue puesta tras las rejas después de una racha asesina de 10 años en la que causó la muerte de ocho personas en el suroeste de Ontario. Desde el 2007, Wettlaufer trabajó en varios hogares de ancianos donde le inyectaba a sus pacientes una sobredosis de insulina.
Según su confesión, la enfermera evitó el arquetipo del “ángel de la misericordia” o “ángel de la muerte”, que prevalece entre los asesinos seriales de la profesión médica. En cambio, dijo que mataba cuando sentía “oleadas” incontrolables, a menudo eligiendo pacientes que eran malos o difíciles de cuidar.
Lo más sorprendente fue la cantidad de veces que Wettlaufer intentó confesar sus crímenes y fue rechazada. Un abogado penalista se enteró de los asesinatos y le aconsejó a Elizabeth que guardara silencio sobre el asunto y buscara ayuda profesional.
Cuando ella le dijo a su pastor, él oró por ella junto con su esposa y le advirtió que no volviera a matar o la entregarían a la policía. Un ex-novio descartó la confesión de Wettlaufer como uno de sus “episodios”, mientras que su padrino de Narcóticos Anónimos la tildaba de mentirosa patológica.
