Lucjan (Lucian) Staniak “La Araña Roja”, el asesino serial que nunca existió

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Son individuos aterradores y despiadados que buscan satisfacer su sed de sangre. Ellos acechan y asesinan a personas inocentes. Algunos de ellos han inspirado a los antagonistas más extraordinarios e icónicos de la literatura, del cine o la televisión. Aunque tristemente existe también el caso contrario en que estos individuos se han inspirado en dichos personajes literarios o cinematográficos para cometer sus atrocidades. ¿Pero qué sucede cuando uno de estos personajes ficticios cobra tanta fuerza que al final termina cobrando vida?

Lucjan Staniak fue llamado por algunos como el “Jack el Destripador Polaco”. Sus sádicos crímenes sexuales cubrirían un período de tres años y coincidirían con días festivos públicos.

En vísperas de una fiesta nacional, se envió una carta a un periódico de Varsovia. La nota decía: “No hay felicidad sin lágrimas, no hay vida sin muerte”. Estaba escrito en tinta roja y con un estilo que parecía una telaraña. Al día siguiente se encontró el cuerpo de una colegiala de 17 años. Estaba desnuda y había sido destripada. Ella fue encontrada en un parque en la ciudad de Olsztyn. A la mañana siguiente se envió otra nota al periódico. Esta vez decía: “He cogido una flor jugosa en Olsztyn y lo haré otra vez en otro lugar, porque no hay días festivos sin un funeral”.


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Serían seis meses antes de que otro cuerpo fuera descubierto. En enero de 1965 “la Araña Roja” se dirigió a una joven de 16 años que estaba de camino a casa desde un desfile estudiantil. La habían violado, golpeado con un alambre para luego esconder su cuerpo en el sótano de una fábrica. Luego, el 1 de noviembre, atacó a una joven que estaba en una terminal de carga. La había inmovilizado con cloroformo, la había violado y atacado en la parte inferior de su cuerpo con un destornillador. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente dentro de una caja de embalaje de madera. Como todas las veces antes, a la mañana siguiente llegó una carta al periódico.

Seis meses más tarde, el 1 de mayo, una joven de 17 años fue violada y desenterrada en un suburbio de Varsovia. En un gesto reminiscente de Jack el Destripador, el asesino dejó las entrañas de la víctima envolviendo sus muslos.

El gran golpe de suerte para la policía llegó en la víspera de Navidad de 1966 cuando el cuerpo mutilado de Janina Kozielska de 17 años fue encontrado a bordo de un tren. Antes de huir de la escena, el asesino había deslizado una nota a través de la ranura del coche de correo que decía: “Lo he hecho de nuevo”.

La policía se dio cuenta rápidamente de que dos años antes la hermana de Janina había tenido el mismo destino. Este hecho sugirió que la chica había conocido al asesino. Pronto los detectives descubrieron que ambas muchachas habían sido modelos en el “Club de los Amantes del Arte” en Cracovia. Fue una pista interesante porque la policía ya había descubierto que la tinta roja utilizada en las distintas cartas era en realidad pintura rebajada con agua.

Hace unos años, de noche y desde la oscuridad de la calle, una voz me pidió ayuda con su cerradura. Sin detenerme ni por 3 segundos, le dije: "Perdóneme, pero ya me esperan". Me alejé rápidamente pensando: "Gracias, Ted Bundy".

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