He aquí un ejemplo clásico de desenlace trágico. Cuando se fue la policía, Dahmer mató a su víctima y después mató a muchas más antes de que le detuvieran. Con un poco de práctica y de educación en elaboración de perfiles criminales, y algún asesoramiento sobre el lugar de los hechos, se habría dado un gran paso para impedir que la policía cometiera la serie de errores que permitieron a Dahmer matar a aquel muchacho. No obstante, aunque culpo a las fuerzas del orden por no haber entendido el caso de aquella joven víctima «ebria» y por no efectuar más que un registro superficial del apartamento, incapaz de descubrir pruebas que estaban a unos centímetros de distancia, hay que admitir que en aquella situación Dahmer fue lo bastante inteligente y persuasivo para convencer a la policía de que no ocurría nada anómalo en su domicilio ni en su relación con el joven. Muchos asesinos en serie son personas encantadoras y convincentes. Aquel primer día, tras muchas horas de entrevista, decidimos aplazarla hasta una segunda sesión que tendría lugar al día siguiente. El resto de la conversación es el tema del siguiente capítulo.
[6] Más tarde, terminada la grabación, Dahmer me dijo que en el tanatorio se había excitado tanto que tuvo que ir a los lavabos a masturbarse.
Referencias:
- Robert K. Ressler y Tom Shachtman: Dentro del monstruo – Un intento de comprender a los asesinos en serie. Alba Editorial, 2010